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La colposcopia y el tratamiento de la neoplasia intraepitelial cervical: Manual para principiantes, J.W. Sellors & R. Sankaranarayanan
Capítulo 2: Introducción a la neoplasia intraepitelial cervical (NIC)
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- Los cánceres cervicouterinos invasores de células escamosas vienen precedidos por una larga fase de
enfermedades preinvasoras, denominadas colectivamente neoplasia intraepitelial cervical (NIC).
- La NIC se clasifica en grados 1, 2 y 3 según la proporción del espesor epitelial que presenta células
maduras y diferenciadas.
- En los grados más avanzados de NIC (2 y 3), la proporción del espesor epitelial con células
indiferenciadas es mayor.
- La infección persistente por uno o más de los subtipos oncógenos de papilomavirus humanos (VPH)
causa irremediablemente neoplasia cervical.
- La mayoría de las anomalías cervicales causadas por la infección por VPH tienen escasa probabilidad
de progresar a NIC o a cáncer cervicouterino de alto grado.
- La NIC de más bajo grado vuelve a la normalidad en plazos relativamente cortos o no progresa a
formas de alto grado.
- Es mucho más probable que la NIC de alto grado se convierta en cáncer invasor.
- La lesión precursora originada en el epitelio cilíndrico se denomina adenocarcinoma in situ (AIS). El
AIS puede asociarse a la NIC entre uno y dos tercios de los casos.
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| | | | Los cánceres invasores del cuello uterino vienen
precedidos generalmente por una larga fase de
enfermedades preinvasoras. Esto se caracteriza
microscópicamente por una serie de manifestaciones
que van de la atipia celular a diversos grados de
displasia o neoplasia intraepitelial cervical (NIC o CIN,
según sus siglas en inglés) antes de progresar a
carcinoma invasor. Un buen conocimiento de la
etiología, la fisiopatología y la evolución natural de la
NIC proporciona una buena base para la inspección
visual y el diagnóstico colposcópico, y para
comprender los principios del tratamiento de estas
lesiones. En este capítulo se describe la evolución de
los sistemas de clasificación de los precursores del
cáncer de células escamosas cervicales, las bases
citológica e histológica de su diagnóstico y su
evolución natural en cuanto a las tasas de regresión,
persistencia y progresión. También se describen las
lesiones precancerosas del epitelio cilíndrico cervical,
comúnmente denominadas lesiones glandulares.
El concepto de precursores del cáncer
cervicouterino se remonta al final del siglo XIX, cuando
se reconocieron zonas de cambios epiteliales atípicos
no invasores en muestras de tejidos adyacentes a
cánceres invasores (William, 1888). El término
carcinoma in situ (CIS) se introdujo en 1932 para
denotar las lesiones en las cuales las células
carcinomatosas indiferenciadas abarcaban todo el
espesor del epitelio, sin interrumpir la membrana
basal (Broders, 1932). Ulteriormente se comunicó la
asociación entre CIS y cáncer invasor del cuello
uterino. El término displasia se introdujo a fines de los
años cincuenta para designar la atipia epitelial
cervical intermedia entre el epitelio normal y el CIS
(Reagan et al., 1953). La displasia se categorizó en
tres grupos —leve, moderada y pronunciada— según el
grado de afectación de la capa epitelial por las células
atípicas. Posteriormente, por largos años, las lesiones
precancerosas cervicales se notificaron usando las
categorías de displasia y CIS, todavía ampliamente
empleadas en muchos países en desarrollo.
Clasificar separadamente la displasia y el CIS fue
progresivamente considerándose arbitrario, sobre la
base de los resultados de algunos estudios de
seguimiento de las mujeres con esas lesiones. Se
observó que algunos casos de displasia retrocedían,
algunos persistían y otros progresaban a CIS. Se observó
una correlación directa entre progresión y grado
histológico. Estas observaciones condujeron al concepto
de un solo proceso mórbido continuo en el que el
epitelio normal evoluciona a lesiones epiteliales
precursoras y a cáncer invasor. Sobre la base de dichas
observaciones, en 1968 se introdujo el término de
neoplasia intraepitelial cervical (NIC) para denotar las
múltiples posibilidades de atipia celular confinada al
epitelio. La NIC se dividió en los grados 1, 2 y 3 (Richart,
1968). NIC 1 correspondía a la displasia leve, NIC 2 a la
displasia moderada y NIC 3 a la displasia grave y al CIS.
En los años ochenta fueron reconociéndose cada vez
más alteraciones anatomopatológicas como la atipia
coilocítica o condilomatosa asociada con la infección
por virus del papiloma humano (VPH). Los coilocitos son
células atípicas con una cavitación o halo perinuclear en
el citoplasma, que indica cambios citopáticos debidos a
la infección por el VPH. Esto condujo al desarrollo de un
sistema histológico simplificado en dos grados. En 1990
se propuso una terminología histopatológica basada en
dos grados de la enfermedad: NIC de bajo grado, que
comprendía las anomalías compatibles con atipia
coilocítica y las lesiones NIC 1, y NIC de alto grado que
comprendía NIC 2 y NIC 3. Se consideró que las lesiones
de alto grado eran precursoras ciertas del cáncer
invasor (Richart, 1990).
En 1988, el Instituto Nacional del Cáncer de los
EE.UU. convocó un seminario para proponer un nuevo
esquema de presentación de los resultados de la
citología cervical (informe del seminario del Instituto
Nacional del Cáncer, 1989; Solomon, 1989; Kurman et
al., 1991). Las recomendaciones hechas entonces y su
revisión en un segundo seminario celebrado en 1991
fueron denominadas Sistema Bethesda (TBS) (informe
del taller del Instituto Nacional del Cáncer, 1992). La
característica principal del TBS fue la creación del
término “lesión intraepitelial escamosa” (LIE), con dos
grados: lesiones de bajo grado (L-LIE) y lesiones de alto
grado (H-LIE). La clasificación TBS combina los cambios
condilomatosos planos (VPH) y la NIC de bajo grado (NIC
1) en L-LIE, mientras el H-LIE abarca los NIC más
avanzados, NIC 2 y NIC 3. Se empleó el término lesión
para recalcar que los cambios morfológicos en los cuales
se basa un diagnóstico no necesariamente significan
proceso neoplásico. El TBS fue diseñado para la
notificación citológica, pero sirve también para
comunicar resultados histopatológicos. Se utiliza sobre
todo en América del Norte. En el cuadro 2.1 se presenta
la correlación entre la terminología de displasia o
carcinoma in situ, los diversos grados de NIC y el
Sistema Bethesda. En este manual, al comentar los
diversos grados de lesión escamosa precancerosa
cervicouterina, emplearemos la terminología NIC.
El TBS se reevaluó y revisó en un seminario celebrado
en el 2001 convocado por el Instituto Nacional del
Cáncer, de los Estados Unidos, copatrocinado por 44
sociedades profesionales de más de 20 países (Solomon
et al., 2002). En el cuadro 2.2 se resumen las categorías
del Sistema Bethesda del año 2001.
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Características clínicas de la NIC
| | | No existen síntomas específicos ni características
clínicas que indiquen la presencia de NIC. Sin embargo,
muchas de estas lesiones pueden aparecer blancas tras
aplicar ácido acético al 3-5% y ser yodonegativas
después de aplicar Lugol, pues el epitelio de la NIC
contiene escaso o ningún glucógeno.
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Diagnóstico y clasificación de la NIC por la citología
| | | La NIC puede detectarse por examen microscópico de
las células cervicales en un frotis teñido por la técnica
de Papanicolaou. En estas preparaciones citológicas, se
evalúan los cambios de cada célula para el diagnóstico
y la clasificación de NIC. En cambio, el examen
histológico de los tejidos permite examinar otras
características. Evaluar citológicamente la NIC
basándose en los cambios nucleares y citoplasmáticos
suele ser muy difícil (figura 2.1).
La hipertrofia nuclear y los cambios de tamaño y
forma son características constantes de todas las
células displásicas (figura 2.1). La mayor intensidad
tintorial (hipercromasia) es otra característica
destacada. Las células displásicas siempre presentan
distribución irregular de la cromatina, como en grumos.
Los núcleos anormales en las células superficiales o
intermedias indican una NIC de bajo grado (las figuras
mitóticas y los nucléolos visibles son poco comunes en
estos frotis), mientras que la anomalía de los núcleos
de células parabasales y basales indica NIC de alto
grado. El tamaño del núcleo respecto de la cantidad
relativa de citoplasma (relación núcleo/citoplasma) es
una de las bases más importantes para evaluar el grado
de NIC (figura 2.1). Las mayores relaciones se asocian
con grados más avanzados de NIC. En general, en un
frotis cervical se observan células con diversos grados
de alteración, lo que conlleva bastantes dificultades y
una buena dosis de subjetividad al presentar los
resultados. La experiencia del citólogo es sumamente
importante en el informe final.
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Diagnóstico y clasificación de la NIC por la histopatología
| | | Puede sospecharse NIC por examen citológico con la
técnica de Papanicolaou o mediante examen
colposcópico. El diagnóstico final de NIC se establece
por examen histopatológico de una biopsia cervical con
sacabocados o una muestra de escisión. Se valora si una
muestra tisular cervical presenta NIC y en qué grado, en
función de las características histológicas de
diferenciación, maduración y estratificación de las
células y de las anomalías de los núcleos. Para clasificar
la NIC se observa la proporción del espesor epitelial que
presenta células maduras y diferenciadas. Los grados
más avanzados de NIC suelen tener una mayor
proporción del espesor epitelial con células
indiferenciadas y solo una delgada capa superficial de
células maduras, diferenciadas.
Al realizar el diagnóstico se evalúan anomalías
nucleares como la dilatación, la mayor relación
núcleo/citoplasma, la hipercromasia, el polimorfismo y
la variación del tamaño nuclear (anisocariosis). A menudo
existe una fuerte correlación entre la proporción del
epitelio que presenta maduración y el grado de anomalía
nuclear. Las figuras mitóticas de las células en división
son poco frecuentes en el epitelio normal y, cuando
existen, se ven solo en la capa parabasal. Conforme se
incrementa la gravedad de la NIC aumenta el número de
figuras mitóticas, que pueden verse en las capas
epiteliales superficiales. Cuanto menos diferenciado es
un epitelio, más alto es el nivel en que pueden verse
figuras mitóticas. Las configuraciones anormales de las
figuras mitóticas también se tienen en cuenta al
establecer el diagnóstico final.
En la NIC 1 existe buena maduración, con mínimas
anomalías nucleares y pocas figuras mitóticas (figura
2.2). Las células indiferenciadas se encuentran en las
capas epiteliales más profundas (tercio inferior). Se
observan figuras mitóticas, pero no muchas. Pueden
verse cambios citopáticos debidos a la infección por el
VPH en todo el espesor del epitelio.
La NIC 2 se caracteriza por cambios celulares
displásicos restringidos sobre todo a la mitad o los dos
tercios inferiores del epitelio, con anomalías nucleares
más marcadas que en la NIC 1 (figura 2.3). Pueden
verse figuras mitóticas en toda la mitad inferior del
epitelio.
En la NIC 3, la diferenciación y la estratificación
pueden faltar por completo o existir solo en el cuarto
superficial del epitelio, con abundantes figuras
mitóticas (figuras 2.4 y 2.5). Las anomalías nucleares
aparecen en todo el espesor del epitelio. Muchas
figuras mitóticas tienen formas anormales.
Una estrecha relación entre citólogos,
histopatólogos y colposcopistas mejora la notificación
en las tres disciplinas. En particular, ayuda a
diferenciar los grados más leves de NIC de otras
afecciones con las que pueden confundirse.
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Etiopatogenia de la neoplasia cervical
| | | Algunos estudios epidemiológicos han identificado
varios factores de riesgo que contribuyen a la aparición
de precursores del cáncer cervicouterino y del propio
cáncer. Entre dichos factores figuran la infección con
ciertos tipos oncógenos de papilomavirus humanos
(VPH), las relaciones sexuales a una edad temprana, la
multiplicidad de compañeros sexuales, la multiparidad,
el uso prolongado de anticonceptivos orales, el consumo
de tabaco, la pobreza, la infección por Chlamydia
trachomatis, la carencia de micronutrientes y un
régimen alimentario con pocas frutas y verduras (CIIC,
1995; Bosch et al., 1995; Schiffman et al., 1996;
Walboomers et al., 1999; Franco et al., 1999; Ferenczy
y Franco, 2002).
Los tipos 16, 18, 31, 33, 35, 39, 45, 51, 52, 56, 58, 59
y 68 de VPH están fuertemente asociados con NIC y con
cáncer invasor (CIIC, 1995; Walboomers et al., 1999). Se
considera que la infección persistente con uno o más de
dicho tipos oncógenos causa irremediablemente
neoplasia cervical (CIIC, 1995). El análisis de los
resultados combinados de un estudio de casos y testigos
multicéntrico realizado por el Centro Internacional de
Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC, 1995) arrojó
riesgos relativos (RR) que iban de 17 en Colombia a 156
en Filipinas, con un RR combinado de 60 (intervalo de
confianza del 95%: 49-73) de cáncer cervicouterino
(Walboomers et al., 1999). La asociación fue similar para
el carcinoma escamocelular (RR: 62) y para el
adenocarcinoma del cuello uterino (RR: 51). Se detectó
ADN del VPH en 99,7% de 1.000 muestras evaluables de
biopsia de cáncer cervicouterino obtenidas en 22 países
(Walboomers et al., 1999; Franco et al., 1999). El 16 y
el 18 son los principales genotipos víricos de VPH
encontrados en los cánceres cervicouterinos de todo el
mundo.
Varios estudios de cohorte (de seguimiento)
comunican una fuerte asociación entre la infección
persistente por VPH oncógenos y el riesgo elevado de
NIC (Koutsky et al., 1992; Ho et al., 1995; Ho et al.,
1998; Moscicki et al., 1998; Liaw et al., 1999; Wallin et
al., 1999; Moscicki et al., 2001; Woodman et al., 2001;
Schlecht et al., 2002).
La infección por VPH se transmite por contacto
sexual, por lo que los factores de riesgo están
estrechamente relacionados con el comportamiento
sexual (por ejemplo, número de compañeros sexuales o
relaciones sexuales a una edad temprana). En la
mayoría de las mujeres, las infecciones por VPH son
transitorias. La evolución natural de la infección por
VPH se ha estudiado mucho. La prevalencia de la
infección por VPH varía entre las diferentes regiones
del mundo, suele alcanzar un máximo de 20 a 30% de
las mujeres de entre 20 y 24 años de edad, y disminuye
luego a 3-10% de las mayores de 30 (Herrero et al.,
1997a; Herrero et al., 1997b; Sellors et al., 2000).
Cerca del 80% de las mujeres jóvenes que contraen VPH
presentan infecciones transitorias que se resuelven en
el espacio de 12 a 18 meses (Ho et al., 1998; Franco et
al., 1999; Thomas et al., 2000; Liaw et al., 2001).
Se cree que la infección por VPH comienza en las
células basales o parabasales del epitelio metaplásico.
Si la infección persiste, puede suceder que el genoma
vírico se incorpore al de la célula anfitriona. La
diferenciación normal y la evolución de epitelio
escamoso metaplásico inmaduro a maduro puede
interrumpirse como resultado de la expresión de
oncoproteínas E6/E7 y de la pérdida del control del
crecimiento normal. Esto puede conducir
ulteriormente a la aparición de epitelio displásico
anormal. Si el proceso neoplásico no se interrumpe, las
lesiones tempranas de bajo grado pueden llegar a
abarcar todo el espesor del epitelio. Después, la
enfermedad puede atravesar la membrana basal y
convertirse en cáncer invasor, extendiéndose a los
tejidos y órganos circundantes. La invasión puede luego
alcanzar la sangre y los vasos linfáticos, con lo cual la
enfermedad puede diseminarse a los ganglios linfáticos
y a órganos distantes.
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Evolución natural de los precursores del cáncer cervicouterino
| | | A pesar de la exposición frecuente de las mujeres a los
VPH, la aparición de neoplasia cervical es poco común.
La mayoría de las anomalías cervicales causadas por la
infección por VPH tienen poca probabilidad de progresar
a NIC o a cáncer cervicouterino de alto grado, pues la
mayoría retroceden por sí mismas. El largo plazo que
transcurre entre la infección inicial y la enfermedad
evidente indica que pueden ser necesarios varios
cofactores (diferencias genéticas, efectos hormonales,
carencias de micronutrientes, tabaquismo o inflamación
crónica) para que avance la enfermedad. La regresión
espontánea de la NIC también parece indicar que
muchas mujeres pueden no estar expuestas a dichos
cofactores.
Varios estudios han abordado la evolución natural de
la NIC, haciendo hincapié en la regresión, la
persistencia y la progresión de la enfermedad (McIndoe
et al., 1984; Ostor et al., 1993; Mitchell et al., 1994;
Melinkow et al., 1998; Holowaty et al., 1999). Han
revelado que la mayoría de las lesiones de bajo grado
son transitorias; que en la mayoría de los casos vuelven
a la normalidad en plazos relativamente cortos o no
progresan a formas más graves. En cambio, es mucho
más probable que la NIC de alto grado se convierta en
cáncer invasor, aunque también algunas de estas
lesiones persisten como tales o retroceden. El intervalo
medio para que los precursores progresen a cáncer
invasor va de 10 a 20 años.
Algunos estudios han intentado resumir las tasas de
regresión, persistencia y progresión de la NIC. Aunque
estos estudios tengan muchas limitaciones,
proporcionan ciertas pistas sobre el comportamiento
biológico de tales lesiones. En el cuadro 2.3 se presenta
el análisis de los resultados combinados de los estudios
publicados de 1950 a 1993 (Ostor et al., 1993). En otro
resumen, la probabilidad acumulada para todos los
grados de NIC estudiados tanto por citología como por
histología es de 45% de regresión, 31% de persistencia y
23% de progresión (Mitchell et al., 1994). Las tasas de
progresión a cáncer invasor en estudios de seguimiento
por biopsia de pacientes con carcinoma in situ se
situaban entre 29% y 36% (McIndoe et al., 1984). Un
metanálisis de 27.000 mujeres dio las tasas ponderadas
de progresión a H-LIE y a cáncer invasor a los 24 meses,
según la anomalía citológica de referencia, que se
presentan en el cuadro 2.4 (Melinkow et al., 1998).
Holowaty et al. (1999) calcularon el RR de progresión y
de regresión de displasias moderadas y avanzadas en un
seguimiento de 2 años, tomando como referencia la
displasia leve. El RR de CIS fue 8,1 para la displasia
moderada y 22,7 para la displasia grave. El
correspondiente RR de cáncer invasor fue 4,5 y 20,7
respectivamente.
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Adenocarcinoma in situ
| | | La lesión precursora, cuya procedencia del epitelio
cilíndrico se conoce, se denomina adenocarcinoma in
situ (AIS). En el AIS, el epitelio cilíndrico normal es
reemplazado por epitelio anormal que presenta pérdida
de la polaridad, células y núcleos de mayor tamaño,
hipercromasia nuclear, actividad mitótica, menor
expresión de la mucina citoplasmática y estratificación
celular o acumulación (figura 2.6). También pueden
observarse ramificaciones glandulares anormales y
glándulas arracimadas con proyecciones epiteliales
papilares intraluminales sin islotes de estroma. Puede
subdividirse, según el tipo de células, en endocervical,
endometrioide, intestinal y mixto. La mayoría de los AIS
se encuentran en la zona de transformación. El AIS
puede asociarse a la NIC de epitelio escamoso entre uno
y dos tercios de los casos.