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La colposcopia y el tratamiento de la neoplasia intraepitelial cervical: Manual para principiantes, J.W. Sellors & R. Sankaranarayanan
Capítulo 7: Examen colposcópico de la neoplasia intraepitelial cervical
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- El diagnóstico colposcópico de la neoplasia cervical depende del reconocimiento de cuatro
características principales: la intensidad (tonalidad), la acetoblancura, los bordes y el contorno
superficial de las zonas acetoblancas, las características vasculares y los cambios cromáticos después
de la aplicación de yodo (lugolización).
- La aparición de características anormales en un área localizada de la zona de transformación aumenta
la probabilidad de que se trate de una lesión neoplásica.
- Diferenciar entre la NIC de bajo grado, la metaplasia escamosa inmadura y las lesiones inflamatorias
puede requerir una considerable destreza.
- En caso de duda debe indicarse una biopsia.
- La observación de zonas, densas, opacas, acetoblancas bien delimitadas en la zona de transformación
cerca de o lindando con la unión escamoso-cilíndrica es el sello distintivo del diagnóstico colposcópico
de NIC.
- La NIC de bajo grado a menudo se observa como lesiones acetoblancas delgadas, planas, de bordes
bien delimitados pero irregulares, en forma de pluma, angulosos o digitiformes.
- La NIC de alto grado se asocia con zonas acetoblancas, blanco grisáceas, anchas, densas, de aspecto
mate, opaco, con bordes regulares bien delimitados, que a veces pueden estar sobreelevados y
dehiscentes. Pueden ser más extensas y las lesiones complejas se extienden al conducto cervical. El
contorno superficial de las zonas acetoblancas asociadas con lesiones de NIC de alto grado tienden a
ser menos lisas, o irregulares y nodulares. La observación de uno o más bordes dentro de una lesión
acetoblanca o de una lesión acetoblanca con variaciones en la intensidad del color se asocia con
lesiones de alto grado.
- Las características vasculares anormales como el punteado y el mosaico son significativas solo si se
limitan a las zonas acetoblancas.
- Las características vasculares, como el punteado fino y los mosaicos finos en las zonas acetoblancas,
pueden asociarse con NIC de bajo grado.
- El punteado grueso y los mosaicos gruesos en las zonas acetoblancas tienden a ocurrir en las lesiones
de alto grado.
- Las lesiones de NIC carecen de glucógeno, por lo tanto, no se tiñen con yodo y permanecen con una
tonalidad color mostaza o amarillento-azafranada.
- Un sistema de calificación como el índice colposcópico de Reid puede guiar la interpretación y el
diagnóstico colposcópicos.
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| | | | El diagnóstico colposcópico de la neoplasia cervical
requiere conocer y saber reconocer sus cuatro
características principales: la tonalidad e intensidad del
acetoblanqueo, los bordes y el contorno superficial de
las zonas acetoblancas, el patrón vascular y la tinción
de yodo. La colposcopia con biopsia dirigida se describe
como el método de referencia o el patrón de oro para
el diagnóstico de las lesiones cervicouterinas
precancerosas (Singer y Monaghan, 2000). La
sensibilidad de la colposcopia para diagnosticar la
neoplasia cervical varía de un 87% a un 99%, pero su
especificidad es inferior, se halla entre un 23% y un 87%
(Mitchell et al., 1998; Belinson et al., 2001).
Las características colposcópicas de la neoplasia
intraepitelial cervical (NIC) se describen en este capítulo
para dotar al principiante con aptitudes que le permitan
distinguir los hallazgos colposcópicos asociados con la NIC
de alto grado (NIC 2-3) de los de las lesiones de bajo
grado (NIC 1). La existencia de una sola característica
anormal no constituye un indicador determinante de que
exista una lesión; la coexistencia de características
anormales en un área localizada de la zona de
transformación aumenta la probabilidad de una lesión. Es
obvio que se requiere una aptitud considerable para
diferenciar entre las lesiones de bajo grado, la
metaplasia escamosa inmadura y ciertas afecciones
inflamatorias. Ante cualquier duda, se insta al
principiante a obtener biopsias y a examinar los hallazgos
histopatológicos con el anatomopatólogo. La estrecha
colaboración con el patólogo es insoslayable y útil para
acrecentar las propias aptitudes diagnósticas. Al final de
este capítulo, se presenta un sistema que le permite al
colposcopista calificar las anomalías. Este sistema es útil
como base para seleccionar las zonas para la biopsia. Es
esencial biopsiar las peores zonas, es decir, aquellas que
presentan las características más graves en sus cambios.
Los hallazgos colposcópicos de una zona de
transformación anormal o atípica pueden incluir la
totalidad de la zona de transformación, pero por lo
general solo afectan a una porción de ella y puede
haber lesiones diferenciadas múltiples. Generalmente
existe un límite neto entre el epitelio normal y el
anormal.
Las características colposcópicas que permiten
diferenciar una zona de transformación anormal de la
normal son las siguientes: tonalidad de las zonas
acetoblancas; patrón superficial de las zonas
acetoblancas; límite entre las zonas acetoblancas y el
resto del epitelio; características vasculares y cambios
cromáticos después de la lugolización.
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Aspecto después de la aplicación de solución fisiológica normal
| | | Después de aplicar solución fisiológica, el epitelio
anormal puede aparecer más oscuro que el normal.
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| | Vascularización
| Con filtro verde (o azul) y gran aumento cuando sea
necesario, el mejor momento para evaluar todos los
patrones de vascularización anormal es antes de aplicar
ácido acético, ya que éste puede enmascarar parcial o
totalmente los cambios, en especial en las zonas
acetoblancas. Las anomalías de interés son el punteado,
los mosaicos y los vasos atípicos.
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| | Capilares
| Los capilares aferentes y eferentes dentro
de las vellosidades (figura 6.4) del epitelio cilíndrico se
comprimen durante el proceso metaplásico normal y no
se incorporan al epitelio escamoso neoformado. En
cambio, forman una red fina debajo de la membrana
basal. Cuando la NIC se desarrolla como resultado de la
infección por el VPH o a partir de la metaplasia atípica,
el sistema capilar aferente y eferente puede estar
atrapado (incorporado) en el epitelio displásico
enfermo en varias papilas estrómicas alargadas (figuras
2.3 y 2,4), y una delgada capa de epitelio puede quedar
sobre estos vasos. Esto forma la base de los patrones
vasculares de punteado y de mosaico (figuras 7.1, 7.2 y
7.3). Los vasos terminales en las papilas estrómicas que
subyacen al delgado epitelio aparecen en una vista
frontal con el colposcopio como un patrón de puntos
negros, constituyendo lo que se denominan zonas
punteadas (figuras 7.1, 7.2 y 7.3). Los vasos sanguíneos
interconectados de las papilas estrómicas alrededor de
las crestas interpapilares del epitelio, paralelas a la
superficie, se observan colposcópicamente como las
zonas empedradas del patrón de mosaico (figuras 7.1 y
7.2). En las zonas de mosaico, el epitelio aparece como
placas individuales pequeñas, grandes, redondas,
poligonales, regulares o irregulares. Las alteraciones de
las zonas de punteado y de mosaico pueden clasificarse
como finas o gruesas. Los cambios gruesos tienden a
asociarse con grados más graves de anormalidad. Los
criterios de evaluación empleados para la predicción
colposcópica de enfermedad son los mismos en estas
dos situaciones: cuando los patrones de punteado y de
mosaico coexisten, y cuando se los observa por
separado.
Los vasos que presentan punteado y mosaico suelen
ser más manifiestos que los vasos normales del estroma
porque penetran en el epitelio y son, por lo tanto, más
superficiales. Al aplicar ácido acético, estos patrones
vasculares anormales parecen circunscribirse a las
zonas acetoblancas.
El término punteado fino se refiere a las asas
capilares vistas de frente que presentan un pequeño
calibre y se hallan próximas entre sí, produciendo un
efecto de punteado delicado (figuras 7.1 y 7.2a). Los
mosaicos finos son una red de vasos sanguíneos de
pequeño calibre que aparecen muy próximos entre sí,
según un patrón de mosaico, cuando se los observa con
el colposcopio (figura 7.1). Estos dos aspectos
vasculares pueden coexistir y hallarse en las lesiones de
bajo grado (NIC 1). Los patrones no necesariamente
aparecen en toda la lesión.
Los punteados gruesos (figura 7.3) y los mosaicos
gruesos (figuras 7.1 y 7,2) están formados por vasos de
mayor calibre con distancias intercapilares más
grandes, en contraposición a los cambios finos
correspondientes. Ambos tienden a ocurrir en las
lesiones neoplásicas más graves, como la NIC 2, la NIC
3 y el cáncer invasor preclínico temprano. A veces, los
dos patrones se superponen en algunas zonas, de modo
que las asas capilares se observan en el centro de cada
placa de mosaico. Este aspecto se denomina
umbilicación (figura 7.1).
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| | Punteado fino
| El término punteado fino se refiere a las asas
capilares vistas de frente que presentan un pequeño
calibre y se hallan próximas entre sí, produciendo un
efecto de punteado delicado (figuras 7.1 y 7.2a). Los
mosaicos finos son una red de vasos sanguíneos de
pequeño calibre que aparecen muy próximos entre sí,
según un patrón de mosaico, cuando se los observa con
el colposcopio (figura 7.1). Estos dos aspectos
vasculares pueden coexistir y hallarse en las lesiones de
bajo grado (NIC 1). Los patrones no necesariamente
aparecen en toda la lesión.
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| | Los punteados gruesos y los mosaicos grueosos
| Los punteados gruesos (figura 7.3) y los mosaicos
gruesos (figuras 7.1 y 7,2) están formados por vasos de
mayor calibre con distancias intercapilares más
grandes, en contraposición a los cambios finos
correspondientes. Ambos tienden a ocurrir en las
lesiones neoplásicas más graves, como la NIC 2, la NIC
3 y el cáncer invasor preclínico temprano. A veces, los
dos patrones se superponen en algunas zonas, de modo
que las asas capilares se observan en el centro de cada
placa de mosaico. Este aspecto se denomina
umbilicación (figura 7.1).
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| | Leucoplasia (hiperqueratosis)
| La leucoplasia o hiperqueratosis (figura 7.4) es un área
blanca, bien delimitada en el cuello uterino que puede
ser evidente a simple vista, antes de la aplicación del
ácido acético. El color blanco se debe a la presencia de
queratina y es una observación importante. Suele ser
idiopática, pero también puede deberse a irritación
crónica por cuerpos extraños, infección por VPH o a
neoplasia escamosa. Sea cual fuere el área que la
leucoplasia ocupe en el cuello uterino, debe biopsiarse
para descartar la NIC o la neoplasia maligna de alto
grado. En estas zonas, suele no ser posible evaluar
colposcópicamente la vascularización subyacente.
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| | Condilomas
| Una lesión exofítica en el cuello uterino generalmente
representa y muestra los rasgos característicos de un
condiloma (figuras 7.5-7.8). Los condilomas son lesiones
exofíticas múltiples que con poca frecuencia se
encuentran en el cuello uterino y sí se observan
comúnmente en la vagina o la vulva. Según su tamaño,
pueden ser evidentes sin colposcopio. Antes de la
aplicación del ácido acético, se presentan como
crecimientos vasculares blandos, rosados o blancos, con
múltiples proyecciones digitiformes delicadas en la
superficie. Su aspecto colposcópico es característico:
presentan una superficie vascular papiliforme o
arborescente, cuyos elementos poseen un capilar
central. Ocasionalmente, la superficie de un condiloma
puede presentar un aspecto vorticilar, en acúmulos, con
textura encefaloidea, que se conoce como patrón
cerebroide (figura 7.8). A menudo, la superficie de la
lesión puede ser profusamente hiperplásica. Estas
lesiones pueden estar ubicadas dentro de la zona de
transformación, pero suelen hallarse en su exterior.
Después de la aplicación de ácido acético, existe
blanqueo de la superficie con cambio acetoblanco que
persiste por algún tiempo. Un condiloma de la unión
escamoso-cilíndrica a veces puede confundirse con un
área prominente de vellosidades epiteliales cilíndricas.
Ambos tienden a ser acetoblancos, pero el condiloma se
blanquea más. Siempre es prudente obtener una biopsia
para confirmar el diagnóstico de cualquier lesión
exofítica y descartar la neoplasia maligna. Las lesiones
condilomatosas no suelen captar la tinción de yodo, o
adquieren solo una coloración parcialmente parda.
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Aspecto después de aplicar solución de ácido acético al 5%
| | | La observación de un área bien delimitada, densa,
opaca, acetoblanca próxima o contigua a la unión
escamoso-cilíndrica en la zona de transformación,
después de la aplicación de ácido acético al 5%, es
fundamental. En realidad, es el más importante de
todos los signos colposcópicos y es el sello distintivo del
diagnóstico colposcópico de la neoplasia cervical. El
grado en que el epitelio toma la coloración acética se
correlaciona con la tonalidad o la intensidad del color,
el brillo superficial y la duración del efecto y, a su vez,
con el grado de cambio neoplásico en la lesión. Lo más
probable es que las lesiones de grado mayor adquieran
una coloración blanca intensa rápidamente. Las
características vasculares anormales como el punteado,
el mosaico y los vasos atípicos son significativas sólo si
aparecen en las zonas acetoblancas.
El ácido acético deshidrata las células y coagula
reversiblemente las proteínas nucleares. Por lo tanto,
las zonas de mayor actividad nuclear y contenido de
ADN presentan los cambios de coloración más notables.
Los efectos más marcados se observan en las lesiones
de alto grado y en el cáncer invasor. Existe una relación
directa entre la intensidad del color blanco mate y la
gravedad de la lesión. Las zonas menos diferenciadas se
asocian con lesiones de aspecto blanco mate,
intensamente opaco, en la zona de transformación.
El condiloma plano y la NIC de bajo grado pueden
presentarse, raramente, como delgadas lesiones
acetoblancas satélites, separadas (alejadas) de la unión
escamoso-cilíndrica con patrones geográficos (remedan
regiones geográficas) y bordes irregulares, angulosos,
digitiformes o en forma de pluma (figuras 7.9-7.13).
Muchas lesiones de NIC de bajo grado revelan zonas
acetoblancas menos densas, menos extensas y menos
complejas cerca de o lindando con la unión escamosocilíndrica,
con bordes bien delimitados, pero
irregulares, en forma de pluma o digitiformes (figuras
7.10-7.16) comparadas con las lesiones de NIC de alto
grado (figuras 7.17-7.27). Las lesiones de alto grado
muestran bordes bien delimitados, regulares, que a
veces pueden presentar bordes sobreelevados y
dehiscentes (figuras 7.25 y 7.26). Las lesiones de alto
grado, como la NIC 2 o la NIC 3, tienen un aspecto
blanco yeso o blanco grisáceo, espeso o abigarrado
(figuras 7.17-7.27). Respecto de las lesiones de bajo
grado, pueden ser lesiones más extensas y complejas
que penetran en el conducto cervical (figuras 7.22-
7.27). Las lesiones de alto grado a menudo tienden a
afectar ambos labios (Burghardt et al., 1998) (cuadro
7.1). Las lesiones malignas graves o tempranas pueden
obliterar el orificio cervical externo (figura 7.22 y
7.25).
A medida que las lesiones se tornan más graves, sus
superficies tienden a ser menos lisas y a reflejar menos
la luz, a diferencia del epitelio escamoso normal. Las
superficies pueden tornarse irregulares, sobreelevadas
y nodulares respecto del epitelio circundante (figuras
7.20 y 7.23-7.27).
La línea de demarcación entre las zonas normales y
anormales en la zona de transformación es neta y bien
delineada. Las lesiones de alto grado tienden a tener
bordes regulares, más netos (figuras 7.17, 7.18,
7.19, 7.21, 7.23, 7.25 y 7.26) que las lesiones de bajo
grado (figuras 7.13-7.16). La visualización de uno o
más bordes dentro de una lesión acetoblanca
(‘lesión dentro de una lesión’) (figura 7.21) o de una
lesión con diversa intensidad de color (figura 7.16) es
un dato importante que indica lesión neoplásica,
particularmente, de alto grado. Los orificios de las
criptas que se hallan en las lesiones precursoras de alto
grado pueden presentar bordes de acetoblanqueo
gruesos, densos y amplios: son los llamados orificios
glandulares blancos (figura 7.26). Son más blancos y
amplios que los anillos acetoblancos lineales, leves,
que a veces se observan alrededor de los orificios de las
criptas normales.
Las características fundamentales que permiten
diferenciar entre las lesiones de NIC y la metaplasia
inmadura son la naturaleza menos densa y translúcida
del acetoblanqueo asociado con la metaplasia, y la
ausencia de un margen neto entre las zonas
acetoblancas de la metaplasia inmadura y el epitelio
normal. La línea de demarcación entre el epitelio
normal y las zonas acetoblancas de la metaplasia en la
zona de transformación es difusa y se mezcla
invariablemente con el resto del epitelio (figura 6.8-
6.13). Las proyecciones del epitelio metaplásico,
digitiformes o en forma de lengüeta, a menudo apuntan
hacia el orificio cervical externo centrípetamente
(figuras 6.11-6.12). Las lesiones acetoblancas asociadas
con NIC se ubican invariablemente en, y parecen surgir
de, la zona de transformación más cercana o contigua
a la unión escamoso-cilíndrica (figura 7.11-7.21). Se
extienden centrífugamente respecto del orificio
cervical externo. La línea demarcatoria entre el
epitelio escamoso normal, las lesiones inflamatorias y
el epitelio en regeneración es también difusa (figuras
9.2, 9.5).
Para resumir, la tinción acetoblanca no es específica
para la NIC y también puede ocurrir, hasta cierto punto,
en las zonas de metaplasia escamosa inmadura, la zona
congénita de transformación, la inflamación y el
epitelio curativo y regenerativo. Sin embargo, en la
zona de transformación, lindando con la unión
escamoso-cilíndrica y bien delimitados del epitelio
circundante, se localizan los cambios acetoblancos
asociados con NIC. Las lesiones de bajo grado tienden a
ser delgadas, menos densas, menos extensas, con
bordes irregulares, en forma de pluma, geográficos o
angulosos y con punteado fino y mosaico; a veces, las
lesiones de bajo grado pueden separarse de la unión
escamoso-cilíndrica y rara vez se observan en ellas
vasos atípicos. Por otra parte, las lesiones de alto grado
se asocian con zonas densas, opacas, blanco grisáceas,
acetoblancas, con punteado grueso o mosaico y con
bordes regulares y bien delimitados; estas lesiones a
menudo afectan ambos labios y ocasionalmente pueden
albergar vasos atípicos; las lesiones de la NIC 3 tienden
a ser complejas y afectan el orificio cervical externo.
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Aspecto después de la aplicación de la solución de yodoyodurada de Lugol (prueba de Schiller)
| | | La solución de yodoyodurada de Lugol se aplica
abundantemente con una torunda de algodón a todo el
cuello uterino y las partes visibles de la vagina. La
periferia del cuello uterino, los fondos de saco y las
paredes vaginales deben observarse hasta que el
epitelio adquiera una fuerte tonalidad castaño-caoba o
casi negra por el yodo. El epitelio escamoso vaginal y
cervical normal y el epitelio metaplásico maduro
contienen células ricas en glucógeno; por lo tanto,
captan la tinción de Lugol y viran al negro o castaño. El
epitelio displásico contiene poco o ningún glucógeno y,
por ende, no capta el yodo y queda de color mostaza o
amarillo azafranado (figuras 7.28-7.32). Esta diferencia
de color es útil para distinguir las zonas normales de las
anormales en la zona de transformación que han sufrido
acetoblanqueo débil. El epitelio cilíndrico no capta el
yodo y la metaplasia inmadura solo lo hace
parcialmente, si lo hace. El epitelio atrófico también
capta parcialmente el Lugol y esto dificulta la
interpretación en la posmenopausia. Las lesiones
condilomatosas tampoco captan yodo, o lo hacen solo
en parte (figura 7.33).
El epitelio atípico de la NIC puede adherirse menos
firmemente al estroma subyacente, del cual se puede
separar o despegar fácilmente, después de la
impregnación repetida con diferentes soluciones,
dando lugar a una erosio vera (defecto epitelial) que
expone el estroma. Estas erosiones verdaderas pueden
observarse fácilmente después de la lugolización, pues
el estroma no capta el yodo.
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Determinación de la naturaleza de la lesión
| | | La detección colposcópica de la NIC incluye
esencialmente el reconocimiento de las siguientes
características: el tono del color, el margen y el
contorno superficial del epitelio acetoblanco en la zona
de transformación, así como la disposición del lecho
vascular terminal y la tinción de yodo. Las variaciones
en la calidad y la cantidad de los aspectos atípicos
precitados ayudan a diferenciar la NIC de los cambios
fisiológicos, benignos, infecciosos, inflamatorios y
reactivos en el cuello uterino. La clasificación en
grados, basada en estas variaciones, puede guiar el
diagnóstico colposcópico. Recomendamos que el
principiante se familiarice con la terminología
colposcópica actual (véase el anexo 4) y la emplee para
registrar sus hallazgos (Stafl y Wilbanks, 1991).
Asimismo se insta al colposcopista a que efectúe un
diagnóstico colposcópico presuntivo (o predictivo) al
final de la exploración colposcópica en términos de:
normal (o negativo), NIC de bajo grado, NIC de alto
grado, cáncer invasor, otro (por ejemplo, inflamación
etc.) o colposcopia insatisfactoria. El uso de una
calificación o sistema de clasificación puede guiar la
interpretación y el diagnóstico colposcópicos de un
modo menos subjetivo y ayuda a desarrollar un enfoque
sistemático de la colposcopia. La puntuación
colposcópica de Reid modificada (cuadro 7.2 y anexo 5)
basada en el índice colposcópico propuesto por Reid
y Scalzi (1985) es muy útil para esta finalidad. Se
recomienda que los principiantes empleen sistemáticamente
este sistema de calificación para
decidir si una lesión es o no una NIC y para seleccionar
los sitios de biopsia. Una opción puede ser el sistema de
clasificación en dos clases desarrollado por Coppleson
et al (1993) (cuadro 7.3). También se recomienda que
el principiante utilice los sistemas precitados solo
cuando se observa un área acetoblanca.