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La colposcopia y el tratamiento de la neoplasia intraepitelial cervical: Manual para principiantes, J.W. Sellors & R. Sankaranarayanan
Capítulo 13: Tratamiento de la neoplasia intraepitelial cervical mediante escición electroquirúrgica con asa (LEEP
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- La corriente electroquirúrgica aplicada a los tejidos puede tener tres efectos sobre ellos, según la
intensidad y la onda empleadas: desecación, corte o fulguración.
- La escisión electroquirúrgica con asa (LEEP) es un procedimiento relativamente sencillo que puede
aprenderse fácilmente.
- La principal ventaja de la LEEP con respecto de la crioterapia es que extirpa el epitelio afectado, en
vez de destruirlo, lo que permite su examen histológico.
- Hay que emplear un asa más ancha que la lesión o y la zona de transformación que deban extirparse;
de lo contrario, hay que repetir la escisión varias veces.
- Si la lesión afecta al conducto cervical, debe usarse un método exerético en dos capas.
- Las mujeres presentarán un exudado marrón o negro hasta dos semanas después de la LEEP.
- Se les debe desaconsejar la ducha vaginal, los tampones y el coito durante un mes después del
tratamiento.
- Menos del 2% de las mujeres tratadas presentan hemorragia posoperatoria moderada o intensa, a las
que hay que atender con prontitud.
- La tasa de fracaso de la LEEP en mujeres tratadas por primera vez gira en torno al 10%.
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| | | | La electrocirugía consiste en emplear corriente
eléctrica de radiofrecuencia para cortar tejidos o lograr
la hemostasia. Quien realiza la escisión
electroquirúrgica con asa (LEEP) debe recordar que la
electricidad se descarga en el suelo a través de la vía
que opone la menor resistencia. La energía eléctrica
empleada en electrocirugía se transforma en calor y en
energía lumínica. El calor generado por el arco eléctrico
de alto voltaje formado entre el electrodo y el tejido
permite al médico cortar tejido por vaporización (a
100°C) o coagularlo por deshidratación (por encima de
100°C). Los electrodos cortantes son asas de acero
inoxidable o alambre de tungsteno muy fino (0,2 mm)
que permiten cortar en diferentes anchos,
profundidades y configuraciones (figura 13.1).
Las temperaturas más elevadas de la coagulación
producen efectos térmicos mayores que los del corte
electroquirúrgico. Esto es importante en electrocirugía,
pues para poder realizar un examen histopatológico
adecuado, el efecto de coagulación en la muestra quirúrgica
obtenida debe ser mínimo. Por otra parte, cierto efecto de
coagulación es aconsejable, incluso al cortar, para minimizar
la hemorragia en el campo quirúrgico. Los fabricantes de los
generadores electroquirúrgicos modernos (figura 13.2) están
conscientes de la necesidad de controlar la hemorragia.
Proponen aparatos electroquirúrgicos que producen cierto
nivel de coagulación mezclando corrientes eléctricas, una
con una onda de corte y otra con una onda de coagulación.
Esta combinación se llama onda mixta de corte, y a ella nos
referiremos en este manual al hablar de escisión
electroquirúrgica.
Al seleccionar la coagulación en el generador
electroquirúrgico, la onda de coagulación tiene un
voltaje mayor de máximo a máximo (lo que produce
temperaturas mayores) que el de la onda de corte
simple; con ello se busca únicamente calentar el tejido
por encima de 100°C para lograr su deshidratación. Hay
tres tipos de coagulación: la desecación, en la cual el
electrodo activo toca el tejido; la fulguración, en la cual
el electrodo activo no toca el tejido, sino que ‘nebuliza’
varias chispas entre él y el tejido; y la coagulación por
punción, en la cual se inserta un electrodo, generalmente
una aguja, en el centro de la lesión. En este manual nos
referiremos, por regla general, a la coagulación en modo
de fulguración con un electrodo de bola de 3 a 5 mm (con
la excepción del recurso a un electrodo de aguja para
fulgurar una zona de hemorragia pertinaz). En modo de
fulguración, la onda de coagulación tiene un voltaje
mayor de máximo a máximo que en otros modos, y
coagula el tejido con menos electricidad, por lo que es
menor el riesgo de dañar tejidos adyacentes.
Para obtener un efecto adecuado, el generador
electroquirúrgico debe disponer de un electrodo de
retorno de la paciente o una placa dispersiva para
cerrar el circuito eléctrico y que se produzca el flujo
óptimo de corriente. La placa dispersiva debe colocarse
siempre lo más cerca posible de la zona quirúrgica,
contrariamente al efecto deseado en el electrodo
activo, donde se busca una alta densidad de corriente
para concentrar la energía eléctrica que se transforma
en el calor. Si no se mantiene un buen contacto
eléctrico del electrodo dispersivo en una zona grande,
la paciente puede sufrir una quemadura eléctrica en
este lugar. Para que esto no ocurra, los equipos
electroquirúrgicos modernos tienen un sistema de
circuitos (comúnmente denominado sistema de
monitoreo del electrodo de retorno) que vigila
continuamente la adecuación de la conexión de la
placa de tierra (almohadilla dispersiva) con la
paciente. Este tipo de circuitos no solo alerta al
operador de un problema, sino que también impide el
funcionamiento del sistema hasta que se corrige el
defecto. Para una electrocirugía segura y eficaz, es
muy recomendable que el generador electroquirúrgico
cumpla estas normas básicas. Se supone que para los
procedimientos electroquirúrgicos descritos en este
manual se empleará únicamente un sistema que
cumpla tales requisitos o los exceda.
No se realizará electrocirugía en presencia de gases,
anestésicos ni líquidos inflamables (por ejemplo,
soluciones o tinturas alcohólicas para preparaciones
cutáneas), de objetos inflamables, de oxidantes ni en
una atmósfera enriquecida por oxígeno. Por supuesto,
el operador corre el riesgo de quemarse con el
electrodo activo si lo toca cuando está en esa fase.
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Adquirir competencia en LEEP antes de practicarla a las pacientes
| | | Todo colposcopista tiene que haber practicado la LEEP y
demostrado su capacidad para realizarla adecuadamente
simulando la escisión de lesiones cervicales en carne (de
vacuno, de cerdo, etc.) o en frutas en las cuales se han
pintado lesiones ficticias a escala. El líquido corrector de
tipografía o el ácido tricloroacético sirven para simular
dichas lesiones. Siempre debe practicarse la LEEP usando
el colposcopio, como se hace en situación real. Si es
posible, los colposcopistas deben tener experiencia y
competencia demostradas en crioterapia antes de
aprender la LEEP.
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La LEEP, paso a paso
| | | En primer lugar, debe confirmarse que la mujer cumple
los criterios de admisibilidad expuestos en el cuadro
13.1.
Si hay indicios de enfermedad pélvica inflamatoria
(EPI), cervicitis, tricomoniasis vaginal, vaginosis
bacteriana o úlcera anogenital, es aconsejable retrasar
la LEEP hasta haber tratado y resuelto la afección
(véase el capítulo 11, cuadro 11.1). Si una mujer mayor
presenta atrofia pronunciada por deficiencia de
estrógeno y tinción indiferenciada del margen exterior
de una lesión, es aconsejable retrasar la LEEP hasta
después de haber hecho un tratamiento tópico con
estrógenos.
En general, es preferible que el diagnóstico de NIC
esté firmemente establecido antes de proceder a la
LEEP. Puede, no obstante, haber excepciones a esta
regla general. Por ejemplo, en los países en desarrollo,
puede ofrecerse tratamiento a las mujeres en su
primera visita de colposcopia para maximizar la
cobertura (de no hacerlo, las que no se presentan a
seguimiento no recibirán tratamiento de sus lesiones).
Los colposcopistas expertos, en ciertos entornos
clínicos, pueden también emplear este enfoque para
maximizar la cobertura del tratamiento y minimizar el
número de consultas.
El instrumental para la LEEP se colocará en un
carrito o bandeja (figura 13.3).
Si la mujer vuelve a la consulta para una segunda
visita de tratamiento, hay que proceder a una
evaluación colposcópica inmediatamente antes de la
LEEP para confirmar que la ubicación y la longitud de
la lesión permiten una intervención eficaz. La
lugolización es útil para delimitar los márgenes de la
lesión antes de comenzar el tratamiento. Hay que usar
un espéculo vaginal (figura 13.3) con aislamiento
eléctrico o un espéculo metálico aislado con condón de
látex (figura 4.9) para prevenir el choque eléctrico de
la paciente si el electrodo activo toca accidentalmente
el espéculo (aunque esto no suele causar daño tisular,
pues la zona de contacto es relativamente grande).
También hay que tener cuidado para no producir dolor
al tocar involuntariamente las paredes vaginales con el
electrodo activo. Esto último puede evitarse usando un
retractor de las paredes laterales vaginales asimismo
aislado, además de un espéculo vaginal aislado (figura
13.3), o un espéculo asilado con un condón (figura 4.9).
Lo ideal es que el espéculo vaginal disponga de un
tubo evacuador de humo en la superficie luminal de la
paleta anterior, al que pueda acoplarse un mecanismo
de aspiración. Si no se dispone de este tipo de
espéculo, puede emplearse un simple tubo de succión
(preferentemente de material no conductor y no
inflamable), con su punta abierta lo más cerca posible
del cuello uterino. Es obligatorio disponer de un
sistema de extracción de humos de alto flujo y con
filtro para las partículas de humo y los olores.
La anestesia local se alcanza a los 30 segundos de
aplicar varias inyecciones de un total de hasta 5 ml de
xilocaína al 1% (o un agente similar) en el tejido
estrómico del exocérvix. Las inyecciones se
administran en torno a la periferia de la lesión y la zona
de transformación (en la posición de las 3, las 6, las 9
y las 12 del reloj), con una profundidad de 1 a 2 mm,
usando una jeringa de 5 ml y una aguja de calibre 25 a
27. Para reducir la hemorragia durante el
procedimiento suele añadirse un vasoconstrictor, como
la vasopresina (no más de una unidad), al anestésico
local que se inyecta. Para la anestesia local también
puede usarse xilocaína con adrenalina al 2% en vez de
pitresina, aunque puede causar palpitaciones y
temblores de la pierna antes de la intervención. Esto
puede evitarse mediante una infiltración subepitelial.
Si se prevé una escisión en dos capas (cono de LEEP), el
anestésico local se inyecta también en el conducto
cervical anterior y posterior.
El objetivo de la LEEP es extirpar las lesiones y la
zona de transformación en su totalidad y enviar el
tejido afectado al laboratorio de histopatología para su
estudio. Hay que usar la mínima cantidad de corriente
necesaria para una electrocirugía eficaz, para reducir
al mínimo el riesgo de los tejidos no afectados de la
paciente y que la muestra extirpada esté en condición
aceptable (con un mínimo de artefacto térmico) para el
estudio histopatológico. La potencia empleada
depende del tamaño del electrodo que corta el tejido
y de si va a aplicarse fulguración. Todo esto debe
determinarse previamente en la consulta y
comunicarse al operador de LEEP que elegirá una
potencia del generador para cortar o para fulgurar. Las
potencias habituales para los diferentes electrodos del
asa son las siguientes: 1,0 x 1,0 cm 30 vatios; 1,5 x 0,5
cm 35 vatios; 2,0 x 0,8 cm 40 vatios; 2,0 x 1,2 cm
50 vatios. Las potencias para los electrodos de bola
de 3 mm y de 5 mm son 30 vatios y 50 vatios,
respectivamente, en modo de coagulación. Cuando sea
posible, una lesión debe extirparse con un solo paso del
asa, aunque esto no siempre es factible. Se describen a
continuación cuatro casos operatorios básicos:
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Escisión de una lesión exocervical con un solo pase del asa (figuras 13.4 y 13.5)
| | | Hay que emplear un asa más ancha que la lesión y la
zona de transformación que deban extirparse. El asa
tiene que tener un mínimo de 5 mm de altura (del
mango a la parte más alejada del alambre). Suele poder
emplearse un asa oval de 2,0 x 0,8 cm. Para conseguir
la forma y profundidad ideales del corte, conviene
mantener el mango del electrodo perpendicular a la
superficie del exocérvix, es decir, el travesaño paralelo
al exocérvix. Para empezar, se administra anestesia
local; en el generador electroquirúrgico se selecciona la
potencia apropiada para el modo de corte mixto, y se
prende el sistema de extracción de humos. Cuando está
a punto de comenzar la incisión con el asa, antes de
tocar la superficie cervicouterina, el operador activa la
corriente mediante un pedal o accionando con el dedo
el interruptor del mango del electrodo. El asa se
introduce en el tejido 5mm por fuera del límite exterior
de la lesión. Es importante no empujar el electrodo,
sino dejar que vaya cortando; el operador sencillamente
decide la dirección. El asa va penetrando gradualmente
en el cuello uterino hasta que el travesaño está casi en
contacto con la superficie epitelial. Luego se guía el asa
de forma paralela a la superficie (horizontal o
verticalmente, según la dirección de corte) hasta
alcanzar con exactitud la parte exterior del borde
opuesto de la lesión. Entonces se retira lentamente el
asa, manteniéndola perpendicular a la superficie. En
cuanto el asa sale del tejido, se apaga la corriente. No
importa si la escisión se hace de derecha a izquierda o
viceversa. También es aceptable pasar el asa de atrás
hacia adelante. En cambio, no es aceptable pasarla de
delante hacia atrás, pues la hemorragia o el propio
tejido extirpado pueden quedar colgando y ocultar el
campo visual.
Una vez que se ha extirpado el tejido y colocado en
formalina, en el generador electroquirúrgico se
selecciona la potencia apropiada para el modo de
fulguración. Se fulgura la superficie de la herida
quirúrgica con un electrodo de bola de 3 o de 5 mm, en
modo de coagulación. También hay que fulgurar los
bordes de la herida quirúrgica para preservar la unión
escamoso-cilíndrica en el exocérvix visible. Si se
produce una hemorragia que dificulta el control del
electrodo de bola, suele ser útil recurrir a un electrodo
de macroaguja para fulgurar una zona hemorrágica de
modo mucho más concentrado (mayor densidad de
corriente) y localizado. Si se consigue una hemostasia
satisfactoria, se impregna la superficie de la herida
quirúrgica con solución de Monsel y se retira el
espéculo. Suele observarse que una paciente muy
nerviosa tiende a sangrar más que una relajada, lo que
es otra buena razón para comunicarse con la paciente
durante toda la intervención y tratar de calmar sus
temores.
Si, pese a todo, es difícil detener la hemorragia, hay
que impregnar profusamente la base de la herida
quirúrgica con solución de Monsel y llenar la vagina de
gasa. La mujer deberá esperar varias horas antes de
retirar la gasa. Esta complicación se presenta con
mayor frecuencia en mujeres con cervicitis.
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Escisión de una lesión exocervical con varios pases del asa (figura 13.6)
| | | Si el diámetro de una lesión excede el ancho del asa más
grande (generalmente 2 cm), la lesión debe extraerse
con varios pases de asas que pueden ser de tamaños
diferentes. Mediante el método básico descrito (figura
13.3), suele extirparse primero la parte central de la
lesión. Se extirpan después las restantes partes
periféricas de la lesión, con uno o varios pases. Se
guardan todas las muestras para estudio
histopatológico.
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Escisión de lesiones combinadas exocervicales y endocervicales (figuras 13.7 y 13.8)
| | | Para una lesión con afectación del conducto cervical y
cuya extirpación no sea probable con la profundidad del
pase único descrito (figuras 13.4 y 13.5), puede
recurrirse a un método de escisión en dos capas. Las
mayoría de las lesiones que invaden el conducto
cervical suelen penetrar en él 1 cm o menos. Las
mujeres mayores y las que tienen NIC 3 suelen presentar
lesiones más largas, cuya exéresis requiere un segundo
pase, de la totalidad del conducto cervical.
Generalmente, la porción exocervical de este tipo de
lesión que invade el conducto puede extirparse con un
asa oval grande (2,0 x 0,8 cm). El resto del tejido del
conducto cervical puede extirparse con un asa más
pequeña, que suele consistir en un cuadrado de 1,0 cm
de lado, pero llevando cuidado de no profundizar más
de lo necesario para extirpar completamente la lesión
y un margen de tejido normal. Este tipo de escisión
puede penetrar hasta 1,6 cm en el conducto cervical
(figura 13.7), y solo debe intentarse cuando sea
absolutamente necesario, porque el riesgo de
hemorragia y estenosis aumenta en proporción directa
a la profundidad de la escisión. No debe practicarse la
LEEP si no puede verse el límite distal o craneal de la
lesión, o si la parte distal de la lesión penetra más de
1 cm en el conducto. A estas pacientes debe
practicárseles conización con bisturí frío. Como este
método en dos pasos requiere destreza con la LEEP
básica, se recomienda no intentarlo hasta que el
operador esté bien familiarizado con esta LEEP. A las
mujeres que presentan lesiones con penetración más
profunda en el conducto hay que practicarles
conización con bisturí frío para estudiar
adecuadamente el conducto cervical.
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Seguimiento de la LEEP
| | | Hay que decirles a las mujeres cómo deben cuidarse y
qué síntomas pueden tener después del tratamiento, en
su caso particular, por escrito. Hay que explicarles que
tendrán un exudado pardo o negro que durará entre
unos pocos días y dos semanas, que deberán consultar
con prontitud si persiste más de dos semanas, si se hace
maloliente o si tienen dolores en la parte inferior del
abdomen o hemorragia profusa. Se les debe
desaconsejar la ducha vaginal, los tampones y el coito
durante un mes después del tratamiento. En las figuras
13.9 y 13.10 se muestra el aspecto del cuello uterino a
los tres y a los doce meses de realizada la LEEP.
No se conoce el efecto de la LEEP sobre la posible
transmisibilidad, de o a las mujeres, de la infección por
el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) durante
la fase de curación. Ha podido ponerse de manifiesto la
eliminación de VIH-1 en las secreciones vaginales de
seropositivas tratadas por NIC (Wright et al., 2001). Por
consiguiente, los autores sugieren que se comunique a
todas las mujeres que la LEEP puede aumentar la
transmisibilidad del VIH y que los condones son un
medio eficaz de prevención. Hay que usar condones
entre 6 y 8 semanas. Lo ideal sería disponer de
condones gratuitos en los consultorios de colposcopia
en los entornos donde la infección por VIH es
endémica.
Hay que dar cita de seguimiento entre los 9 y 12
meses posteriores al tratamiento; el plan de manejo
seguirá el esquema presentado en el capítulo 11. En la
próxima sección se aborda la pauta a seguir ante
lesiones cuya persistencia se comprueba en las visitas
de seguimiento.
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Adverse effects, complications, and long-term sequelae of LEEP
| | | Most women experience some transitory pain from the injection of local
anaesthetic into the cervix. Severe perioperative bleeding occurs after 2% or less of LEEP procedures. Women should be advised to contact the clinic if they have any concerns during the post-operative
period. It is advisable to give written post-operative instructions that outline the following points. Few women complain of post-operative pain. If post-operative pain occurs, it usually is similar to
cramps; women should be instructed to use oral analgesics such as acetaminophen or ibuprofen, if necessary. A blood-tinged, dark brown (from the Monsel’s paste) mucus discharge usually lasts for one or two
weeks after treatment. Severe and moderate post-operative bleeding occurs in a few women, who should be seen promptly. Healing after LEEP usually takes place within a month.
When post-
operative bleeding occurs, it usually appears 4-6 days after treatment and often from the posterior lip of cervix. This bleeding can usually be controlled by fulguration, applying Monsel’s paste, or using a
silver nitrate applicator stick. Rarely, placement of a suture at the bleeding site is necessary. The risk of post-operative infection is very small and can probably be reduced even more by delaying
surgical treatment until any woman with a likely diagnosis of PID, cervicitis, vaginal trichomoniasis or bacterial vaginosis has been adequately treated and recovered. If a woman presents post-operatively
with a malodorous discharge, it should be cultured if possible and empirical treatment prescribed with antibiotics that are effective for PID (see Table 11.1). In developing countries, it may be preferable
to institute routine presumptive treatment with antibiotics after LEEP (doxycycline 100 mg orally, two times a day, for seven days and metronidazole 400 mg orally, three times a day, for seven days).
The squamocolumnar junction is in the endocervical canal at the follow-up evaluation in approximately 2% of women. This presents a challenge for adequate colposcopic examination and
cytological sampling. Women should be warned that cervical stenosis, partial or complete, is rarely encountered (probably less than 1%), but is more common in menopausal women.
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Pauta a seguir ante lesiones cuya persistencia se comprueba en las visitas de seguimiento
| | | Hay que proceder al seguimiento de todas las mujeres
entre los 9 y 12 meses posteriores al tratamiento,
independientemente de que el informe anatomopatológico
declare que los bordes exeréticos no están afectados, para
evaluar la regresión o la persistencia de lesiones y
complicaciones. Se detectan fracasos del tratamiento
(lesiones persistentes en la visita de seguimiento) en menos
de 10% de las mujeres controladas. Para descartar la
presencia de carcinoma invasor no sospechado, es
aconsejable biopsiar todas las lesiones persistentes. Estas
últimas deben volverse a tratar con crioterapia, LEEP o
conización en frío, según convenga.